Desde el primer momento, y especialmente tras las reuniones del pasado lunes y martes, ha quedado patente, con el Gobierno de testigo, que la Liga F ha demostrado con hechos, no con palabras, su voluntad de llegar a un acuerdo. En la tarde de ayer la Liga F añadió a su oferta inicial una mejora para las árbitros asistentes, de tal manera que sus emolumentos por partido, y con respecto a lo que la RFEF les pagaba, serían las siguientes:
o Arbitra principal: pasando de 300 a 1.666 euros por partido
o Asistentes: pasando de 166 a 1.066 euros por partido
o Cuarta árbitra: pasando de 84 a 250 euros por partido
No debe olvidarse que la propuesta de la RFEF y de las árbitras, comenzaba, no terminaba, por un recibo arbitral de 21.000 euros por partido, pretendiendo asemejarlo al recibo de Segunda División Masculina, LaLiga Smartbank, una competición que genera en torno a 150 millones de euros anuales por derechos de televisión. Ello hubiera supuesto para la Liga F y sus Clubes un gasto arbitral de 5 millones de euros por temporada, esto es, el 70% de los ingresos audiovisuales que genera la competición irían destinados a gasto arbitral.
Ante esta postura muy alejada no sólo de la realidad del fútbol femenino, sino del contexto socioeconómico que atraviesa el país, la Liga F siempre se mostró firme en su defensa de un proyecto que fuera sostenible en el tiempo y que, sobre todo, respetara el trabajo y esfuerzo de tantas personas que lucharon por este proyecto.
Por mucho que algunos quieran hacer creer, la profesionalización no es una llave que abra un cofre de dinero. La profesionalización aporta la posibilidad de que el fútbol femenino pueda ser gestionado de manera independiente por aquellos que verdaderamente creen en él, permitiendo así disponer de las herramientas necesarias para hacerlo crecer.
La unión y firmeza de clubes, futbolistas, técnicos, aficionados y opinión pública ha conseguido que el colectivo arbitral entrara en razón. GRACIAS.